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Yo Soy El Emperador
Stefano Conti
Novela policial de base histГіrica-arqueolГіgica
Un secreto escondido durante siglos, lugares impregnados de magia, una historia de amor atormentada, una secta oculta. Estos son los ingredientes de una novela en la que la historia y la ironГa, la arqueologГa y el misterio se mezclan pra crear una historia cautivadora. Un emocionante viaje a travГ©s del espacio y el tiempo desde los antiguos romanos hasta los cruzados en la Edad Media, desde el Imperio Bizantino hasta los Medici en el Renacimiento, hasta nuestros dГas.
Tarso (TurquГa), 8 de julio de 2010. Un profesor universitario encuentra en sus excavaciones lo que muchos han buscado en vano: la tumba de Julian el ApГіstata, el emperador filГіsofo. Sin embargo, la tumba estГЎ vacГa y el arqueГіlogo es escontrado muerto despuГ©s del impresionante descubrimiento. ВїEl profesor fue asesinado? ВїQuiГ©n robГі los restos mortales de Giuliano? ВїDГіnde ha sido enterrado el famoso emperador romano? Este es el punto de partida de la aventura de Franceso Speri, un empleado bancario apasionado por la historia que, con la ayuda de su amada Chiara, investiga sitios antiguos y cГіdigos cifrados. La novela policial se complica cuando una organizaciГіn neopagana harГЎ todo lo posible por obstaculizar al protagonista, quien tiene toda la intenciГіn de continuar la investigaciГіn del profesor a toda costa y encontrar al ApГіstata...
Stefano Conti
PrГіlogo
26 de junio 363 d.C.
L a batalla entre el ejГ©rcito romano y el ejГ©rcito persa se vuelve mГЎs sangrienta. De pronto, el tiempo parece parar, una jabalina se clava en el estГіmago de Julian.
«¡Corre, han herido al emperador!»
El joven soberano se balancea sobre su caballo y cae. Ya en el piso, trata de sacarse la espada y se hiere los dedos: В«Leonzio, quГtame esta lanzaВ».
В«No puedo, mi seГ±or. MorirГaВ».
В«Ya estoy muertoВ». La sangre sale de manera abundante. В«Solo quiero terminar mis dГas como un guerrero, ayГєdame a subir a mi caballoВ».
El guardia de confianza, por primera vez, no obedece: В«Trae a Oribasio, ВЎrГЎpido!В»
Julian entiende que es el dГa que ha marcado por el destino: В«No querГa escuchar a los arГєspices, pero sabГa que la estrella fugaz anunciaba mi finВ».
Oribasio, el mГ©dico personal, trata de detener la hemorragia en vano.
El prГncipe lo mira con benevolencia: В«No te preocupes. Los dioses me esperan. Estoy listoВ».
El amigo mГ©dico lo abraza con fuerza: В«Leonzio, ayГєdame a llevarlo a campamentoВ».
«¡No!» Julian lo detiene. «Te pido un último favor, llévame a la orilla del Tigris».
Mientras tanto llega Massimo, guГa espiritual del emperador, filГіsofo: В«Alejandro Magno es quien lo ha inspirado. Quiere tirarse al rГo y hacer que el cuerpo desaparezca entre las olas. Cuando su cuerpo desaparezca para siempre, diremos que ha ascendido al Olimpo en un carro de fuego. Nosotros, paganos, podremos celebrar asГ un nuevo dios: ВЎJulian!В»
Sin embargo, una centena de soldados bloquearon el acceso al rГo: «¡Alto! Nos cristianos no lo permitiremos. Ninguno se atreva a desaparecer el cuerpo de ApГіstata, ni ahora ni nunca. Impediremos que alguien invente que ha ascendido al cieloВ».
Julian mira la tierra empapada de su sangre, después mira al cielo: «¡Helios, aquà estoy!»
I
Viernes 16 de julio de 2010
H oy, con este calor pegajoso no es el dГa adecuado para volar, pero ningГєn dГa lo es. Siempre tengo miedo cuando no soy yo quien tiene que manejar, incluso si fuese solo un trineo sobre una superficie suave de nieve. En la famosa lista de Dustin Hoffmann/ Rain man , Вїfue Turkish Airlines una de las compaГ±Гas que se cayГі?
Mientras tanto, espero a que dos ancianos acomoden su equipaje, un steward se acerca. Se dirige hacia la muchacha que acaba de sentarse: В«Disculpe seГ±ora, no puede estar allГВ».
«Es el sitio de mi esposo, pero…»
В«Le dejГ© el asiento de la ventana a mi esposaВ» dice su esposo de unos setenta aГ±os. В«Sabe, a ella le gusta ver por la ventanaВ».
«Entiendo señor, pero ella debe sentarse allì» insiste el joven.
«¿Por qué?» pregunta la señora, que no quiere levantarse.
В«PorqueВ», explica con gentileza el aeromozo, В«aquella ventana tambiГ©n es una salida de emergencia y usted no serГa capaz de abrirla en caso de…»
«¿Existe… esta posibilidad?» intervengo.
El aeromozo responde dirigiГ©ndose al turista de edad avanzada: В«Si sucediera, su mujer serГa capaz de abrirla con fuerza. No lo creoВ».
«Ah, en caso de…» repito alejándome de los tres visiblemente preocupado.
Me siento. Tengo los auriculares del mp3 escondidos por mis rizos que estГЎn delante de mis orejas (estoy convencido de que es inГєtil apagar los aparatos electrГіnicos). Un clГЎsico de Vecchioni ahoga los rumores de la fase mГЎs crГtica: el despegue.
El aterrizaje en Ankara es suave. De todas formas, cuando baje, me gustarГa besar el suelo, como lo hacГa el Papa. No se puede respirar, la pista brilla. Todos los aeropuertos son iguales: los mismos carteles, los mostradores en los mismos lugares. ВїEncontrarГ© mi maleta en la cinta o la habrГЎn enviado a San Petersburgo? IncreГblemente la maleta sГ estГЎ y, en el segundo intento, cojo la correcta (todas las maletas son iguales: tarde o temprano tengo que decidirme y ponerme una etiqueta con mi nombre).
La cola en las aduanas es lenta. Cuando llega mi turno, haber hecho mi doctorado en Alemania es Гєtil por primera vez.
В« Sprechen Sie Deutsch?В» pregunto.
В« JaВ» responde seco el oficial de aduanas.
Saco mi pasaporte del bolso y se lo entrego. Examina la foto con detenimiento, alza la mirada que cruza la mГa y luego vuelve a mirar la foto, finalmente me pregunta si soy Francesco Speri.
Asiento con la cabeza. De hecho, no me parezco mucho a la foto que me tomГ© hace 5 aГ±os y 12 kilos.
La mirada del oficial de aduanas se vuelve seria de repente. « Können Sie mir folgen?» exclama con tono marcial.
Asombrado por el pedido de seguirlo, le pregunto, quizГЎs algo grosero, por quГ©. El firme oficial de aduanas insiste y me veo obligado a seguirlo.
Pasamos por un largo pasillo oscuro, a los lados hay varias puertas cerradas; parece un hospital antiguo lГєgubre, de esos que todavГa que puede encontrar en los pueblos. Con un gesto, me invita a entrar a la Гєltima habitaciГіn de la derecha. Un hombrecito de pie con botas militares le dice algo a otro, decidido a redactar algo en una mГЎquina de escribir antigua. El hombre debe ser un mayor, un coronel, en todo caso un pez gordo. Con una media sonrisa bajo su negro bigote, me invita a sentarme, agarrГЎndose con sus regordetas manos al respaldo de una incГіmoda silla de madera. Luego, el “jefecito” habla de forma animada con el oficial que me trajo aquГ. El otro empleado deja de escribir y interviene en el diГЎlogo, silenciado por los dos de inmediato. Por primera vez, desde que me fui, me viene a la mente el profesor Barbarino, quien es el motivo de mi viaje: insistiГі en que aprendiera turco para cavar con el aquГ. Siempre decГa que no era arqueГіlogo, sino historiador y, en todo caso, para hacer excavaciones arqueolГіgicas no hace falta hablar, para todo lo demГЎs solo bastaba con que Г©l hablara con las autoridades.
La ansiedad me arremete, mientras los minutos pasan lentos. Los oficiales de aduanas gritan en turco y supongo que estГЎn hablando de mГ: de vez en cuando me seГ±alan con un leve movimiento de cabeza. Levanto la mirada: un papel marrГіn estГЎ pegado lo mejor posible sobre las baldosas blancas. DetrГЎs del general (mientras tanto lo he ascendido: parece que Г©l es quiГ©n toma las decisiones), hay una imagen enorme de alguien con uniforme oficial de alto rango.
В« Haben Sie verstanden?В»
[ВЎCГіme puedo entender si hablan en un dialecto de las montaГ±as del este de Anatolia!]
Me explican que harГЎn venir a alguien de la embajada italiana y pregunto por quГ©. Nadie se digna a responderme. Este “general” habla poco y sonrГe mucho. ВЎDe manera instintiva, no me inspira confianza!
El ofial de aduanas que me ha traГdo aquГ pregunta, mejor dicho, me ordena de seguirlo de nuevo. Cuando me despido del cuadro de la pared, supongo que es el mismo general que estГЎ allГ cuando era joven. Por otro lado, todos los hombres con bigote me parecen iguales.
Regresamos por el mismo pasillo y entramos a una habitaciГіn aГєn mГЎs oscura; sin rejas, pero parece una celda. QuizГЎs porque no hay ventanas o porque el oficial de aduanas se para frente a la salida, como bloqueГЎndola con su imponente complexiГіn.
Paso una hora interminable encerrado en esa habitación. No sé qué me pasará. De repente, oigo un ruido de tacones distante, pero luego se detiene, siguen voces indistintas y se acercan los tacones…
В«Buenos dГas, soy Francesco SperiВ» me levanto.
Entra una chica de 35 aГ±os, pequeГ±a, de cabello largo: В«Buenos dГas, me llamo Chiara Rigoni, soy la intГ©rprete de la embajadaВ».
Le estrecho la mano durante un buen rato, como quisiera aferrarme a ella, como una tabla de salvación: «¡No entiendo lo que ha pasado! Han hablado por mucho tiempo entre ellos e ignoro cuál es el problema, después me han encerrado aquà y…»
El oficial de aduanas me interrumpe, ahora se apoya en el marco de la puerta con una fingida naturaleza y se dirige en turco a esta Chiara.
В«Dicen que no ha sido detenido, estaba esperГЎndome aquГ. De todos modos, voy a hablar con el teniente KarimВ» dice Chiara al salir.
ВїSerГ italiana o turca? La tez clara y el cabello rubio, aunque quizГЎs no sea natural, no la hacen parecer turca, pero es muy formal, no es la tГpica italiana. En todo caso, ВЎel del bigote negro solo es un teniente!
Mientras tanto, el oficial de aduanas se para en la entrada, una vez mГЎs. PodrГЎ ser cierto que no me han detenido, pero todavГa me siento asfixiado. Luego, me surge una duda: В«Disculpe, entonces, Вїusted me entiende?В»
Г‰l lo niega en tono monГіtono, confirmando mi sospecha. Me habГa levantado para preguntarle esto y con un gesto autoritario me “recomienda” regresar a mi sitio. No hay necesidad de causar controversias; regreso.
Esa larga espera sentado, con el miedo a lo que me pueda pasar cuando me levante, me hace recordar los domingos a ver los partidos del equipo en el que jugaba de niГ±o, con las ganas, pero tambiГ©n el miedo de que me llamen al campo de improviso.
Nunca me he sentido inclinado por jugar fГєtbol, en particular en un paГs como el mio, en el que admitirlo es casi una herejГa: un hombre, como hombre, debe saber jugar fГєtbol. IntentГ© unirme al equipo del barrio como delantero porque todo el que juega fГєtbol solo tiene un propГіsito: hacer goles. Me di cuenta rГЎpido que casi nunca alcanzaba ese objetivo; antes se enterГі el entrenador, que me atrasГі y me puso al centro del campo. Con el cambio del entrenador (lo banquillos no solo saltan en la serie A) me mandaron de inmediato a la defensa, donde aprendГ una sola jugada: tirarme al suelo como en un tobogГЎn cuando llegaba un atacante. Normalmente, fallaba el balГіn y, por suerte, tambiГ©n las piernas del oponente. Era lo Гєnico que sabГa hacer, tanto asГ que retrocedГ aГєn mГЎs: a la porterГa. MГЎs atrГЎs no podГa ir, a no ser que me convirtiera en recogebolas. EscapГ© de esa humillaciГіn y me retirГ© lo antes posible del equipo. Pero fui el portero durante un aГ±o aproximadamente o, mГЎs bien, el segundo portero. Ahora, entre los postes de la serie A, hay jГіvenes guapos, rodeados de hermosas modelos, pero, en aquel entonces nadie querГa quedarse en la porterГa (desde allГ no se podГan hacer goles) y siempre ponГan allГ al mГЎs “torpe” del grupo. Bueno, ВЎquГ© satisfacciГіn, yo era el segundo!
Me levanto del “banco” de las aduanas turcas solo cuando escucho el ruido de los tacones de nuevo…
В«Todo estГЎ bien, ahora lo llevo a solicitar un documento provisional para los dГas de estadГa aquГ. El lunes le devolverГЎn el pasaporteВ» dice la intГ©rprete.
«¿Pero qué pasa?»
В«Solo es un controlВ» intenta tranquilizarme, poniГ©ndome mГЎs nervioso. В«El teniente Karim debe esperar el ok de la oficina del ministerio, que abre los lunes. Mientras tanto, vayamos de prisa a la embajada. La oficina cierra en una horaВ».
Sigo al traje gris a rayas fuera de ese horrible lugar. Chiara llama un taxi. La chica es amable pero distante. Mientras mira distraГda por la ventana, a media voz me dice que es hija de italianos, que ha nacido y vivido en TurquГa, aprendiГі italiano con sus padres, pero ellos nunca se adaptaron al turco y abrieron una heladerГa en un pequeГ±o pueblo cerca de Ankara.
В«Me gustarГa visitar Italia: Venecia, Padua, Jesolo, Oderzo…»
Tenemos otras ciudades decentes, en la Toscana y el resto de la penГnsula, pero intuyo que su gente es del VГ©neto y no replico. Incluso, en Alemania, las heladerГas italianas son todas venecianas. Aquella regiГіn, por el cono, se parece a la Campania por la pizza.
En la embajada me dan un documento, en el que me deberГa garantizar moverme libremente, pero cГіmo ha comenzado el viaje…
«Me temo que no llegaré muy lejos con este pase. No estoy aquà de vacaciones, sino para traer de regreso a Italia el cuerpo de mi profesor universitario y exjefe…»
«¿Está enterrado en Ankara?» pregunta, sin haber comprendido bien el problema.
«Luigi Barbarino, asà se llamaba, ha muerto hace una semana, mientras escavaba en un sitio arqueológico en Tarso. Tengo que ir hasta allá para recuperar el cuerpo…»
В«Tengo un amigo que vive en Tarso… digamos que es un examigo. Puede ayudarte. Es ingeniero en una industria petroquГmica. Te escribo su direcciГіnВ» dice y arranca una pГЎgina de un diario en el que escribe algo.
No me gustarГa aprovecharme, pero: В«Gracias, pero ВїcГіmo hago con la lengua?В»
«Êl habla muy bien italiano» responde casi enfadada. «Yo le he enseñado».
«¿No tienes su nГєmero de telГ©fono? AsГ lo puedo llamar desde aquГВ».
В«La verdad es que lo borrГ©, pero si vas a esta direcciГіn, seguro lo encuentras. Dile que vas de parte de ChiaraВ».
Ella me trata como un niГ±o. Me acompaГ±a a la estaciГіn de autobuses, pide un boleto a mi nombre y subo al autobГєs. Se desprende un aroma que huele a misterio y a oriente. Me alejo de ella, pero primero le escribo mi nГєmero de telГ©fono en un papel.
Desde afuera, el autobГєs se ve bonito, con su estilo de aГ±os 60. En cuanto entro, me doy cuenta de que realmente es de esa Г©poca. AdemГЎs, todos fuman: no se puede respirar. Afortunadamente, las ventanas de los aГ±os sesenta se podГan abrir. Viajo durante seis horas con la cabeza fuera, como hacen los perros (quiГ©n sabe por quГ©). AsГ con la cabeza afuera, veo Ankara, hasta ahora solo habГa conocido sus tristes oficinas. Los edificios me recuerdan a la interminable superficie de Londres, de casas grises e indistintas, con una diferencia: ВЎaquГ son mГЎs decadentes! Por un instante, borro de mi vista las casas y cГєpulas de las mezquitas, trato, en vano, de ver la columna que la ciudad de Ancyra (Ankara de la Г©poca romana) habГa erigido para honrar al emperador Flavio Claudio Julian.
ВЎEl querido Julian!
Durante aГ±os, he tenido una obsesiГіn con el Гєltimo emperador pagano de la Г©poca romana. Cuando estaba en la universidad, escribГ varios artГculos y un par de libros sobre Г©l. Apodado ApГіstata porque como cristiano se convirtiГі al paganismo. Luego, tratГі, a lo largo de su corta vida, de atraer a nuevos fieles, reformando la religiГіn tradiciГіn. La utopГa era convertir de vuelta todo el imperio al paganismo, ahora inevitablemente cristianizado. El motivo de mi fascinaciГіn por Г©l estГЎ todo aquГ. El emperador Julian querГa cambiar el mundo, sin darse cuenta de que el mundo ya habГa cambiado, pero en una direcciГіn completamente diferente y ya no habГa vuelta atrГЎs. AГєn en el aviГіn, me prometГ que la columna del emperador filГіsofo serГa lo primero que verГa en Ankara, pero despuГ©s de este lГo burocrГЎtico…
En realidad, Julian es el verdadero motivo que me impulso a venir a TurquГa. La misiГіn oficial serГa recuperar los restos del pobre Barbarino, pero estoy aquГ, sobretodo, para ver la tumba del querido emperador, nunca encontrada hasta ahora. Poco antes de morir, el profesor me habГa escrito que ВЎlo habГa encontrado al fin!
El autobГєs va muy rГЎpido por la llanura desierta sin fin. Me quedo dormido imaginando que estoy en una de esas pelГculas en la que el protagonista recorre estados americanos de costa a costa en autobГєs.
Mientras tanto, en Ankara, el teniente Karim, el de la interminable tarde en las aduanas, regresa a casa, en la que lo esperan sus dos hijos. La madre de los niГ±os se habГa ido por aГ±os. Aturk, el mayor, habГa estado detrГЎs de la puerta durante varios minutos y la abriГі en cuanto escuchГі el ruido del viejo vehГculo pequeГ±o.
В«Entonces, Вїme lo darГЎ?В»
«¿Ni siquiera me saludas?» responde con brusquedad el padre.
«Bienvenido, señor teniente», dice Aturk con un tono serio fingido y vuelve a preguntar: «¿Lo tendré?»
Karim no responde, entra a la casa, deja su chaqueta de trabajo en el perchero, se sienta en su sillГіn marrГіn de la sala y su hijo lo sigue.
В«No me han dicho nadaВ».
В«Pero Вїno puedes llamar tГє? ВїTe das cuenta de lo importante que es?В»
«Lo sé» responde él cortante. «Tráeme algo de beber».
El teniente se levanta para coger su chaqueta, saca un pequeño diario de cuero negro del bolsillo interior, vuelve a la silla maltrecha y marca el número: «Buenas tardes, soy…»
«¡No diga su nombre!»
La voz al otro lado del telГ©fono lo interrumpe de inmediato. В«Le dije que no me llameВ».
В«SГ… es verdad, pero, sabe…»
La misteriosa voz lo interrumpe: «¿Ha hecho lo que le pedà que hiciera?»
В«SГ, el seГ±or…»
«¡Le he dicho que no diga nombres!»
В«En resumen, ese italiano: lo detuvimos retrasamos todo el tiempo que pudimos. Ahora que tiene un pase de la embajada, recuperarГЎ su pasaporte reciГ©n el lunesВ».
«¡Bien! Recuerde. Cuando regrese a Ankara con el ataúd haz lo que te escribimos».
В«SГ, sellarlo bien y grabar las letras…»
В«Siga las instruccionesВ» lo interrumpe la voz autoritaria.
El teniente continúa temeroso: «Por supuesto. Quisiera saber si, según lo acordado, mi hijo…»
В«Puede hacer la solicitudВ».
«Entonces me asegura que lo obtendrá…»
De nuevo la voz autoritaria: В«Le he dicho que haga la solicitud: ВЎSignifica que serГЎ escuchada!В»
В«Yo... yo, le agradezcoВ».
В«Me despido. ВЎNo llame mГЎs a este nГєmero!В»
В«Gracias una vez mГЎs, buonas tardesВ».
Aturk regresa de la cocina con paso lento y torpe, cuida de no derramar una gota del vaso lleno de vino blanco barato: «¿Y?»
В«Puedes hacer la solicitudВ».
Incluso el hijo no entiende lo que le está diciendo: «Ya tengo la solicitud hace meses…»
В«Te he dicho que hagas la solicitud: el puesto es tuyoВ».
В«Gracias, graciasВ». Aturk se acerca a su padre como para darle un beso, pero se limita a un abrazo, que le corresponde de manera frГa.
В«Vamos, ahora ve y prepara la cena para ti y tu hermanoВ».
El teniente bebe lentamente su vino antes de acostarse, satisfecho de lo que habГa hecho ese dГa.
SГЎbado 17 de julio
Me habГa quedado dormido soГ±ando con California, me despierto con ruidos de bocina y un grito incomprensible, mientras el autobГєs avanza lento a la estaciГіn. Tarso se parece a Palermo, famoso, segГєn la pelГcula Johnny Stecchino, por su trГЎfico caГіtico.
Llego a pie al centro o, al menos, supongo que lo es. Paso por una puerta monumental de Г©poca romana (ВїcuГЎl es la famosa puerta donde Antonio conociГі a Cleopatra antes de la derrota de Azio?). AquГ nadie sabe alemГЎn, solo muestro la hoja con la direcciГіn del ingeniero a, al menos, diez personas. Entre gestos y medias palabras en inglГ©s, me indican un camino a lo largo del rГo Tarsus Cayi. Las memorias clГЎsicas me recuerdan que es el Cidno, famoso en la antigГјedad por sus aguas transparentes pero gГ©lidas, tanto que Alejandro Magno corriГі el riesgo de ahogarse en Г©l. Ahora, se ha reducido a un rГo negro, por los vertidos de las numerosas industrias petroleras de la zona, supongo. Toco el timbre de la casa nГєmero 60, una especie de casa sobre esteras. Abre una anciana y encorvada seГ±ora.
«Busco a Fatih Persin…» digo en mi lengua materna, un poco perdido en mis pensamientos.
В«Italiano, ven italianoВ» sonrГe la anciana mostrando un poco los dientes que le quedan y haciendo un gesto. Luego, huye por una escalera.
Esta casa es rara. EstГЎ en la mitad del rГo, no tiene objetos ni muebles particulares, pero es original en su gГ©nero. Me acomodo en una silla roja de madera con un asiento tejido de paja. El olor a salsa de carne a fuego lento estГЎ impregnado en toda la casa.
Un hombre de unos cuarenta aГ±os, alto y delgado, muy alto y delgado, desciende de la destartalada escalera: В«Buenos dГas, soy FatihВ» me da la mano y dice algo a la seГ±ora.
«Soy Francesco Speri, Chiara me ha dado su dirección… Chiara…» me olvidé su apellido.
В«RigoniВ» completa un poco sorprendido Fatih. «¿QuГ© puedo hacer por ti?В» El ingeniero habla mi idioma con cierta dificultad, pero nos entendemos. Mientras se sienta, llega su madre, por lo menos, creo que lo es, con una bandeja y dos tazas de cafГ©. Su aspecto no es muy atractivo. Algo flota en la taza y el olo es agrio. SГ, agrГo, no amargo.
Le agradezco y cojo la taza enorme. В«Chiara me dijo que podГa pedirle ayuda. Tengo que seguir la carretera que bordea el rГo en direcciГіn al monte Tauro. En algГєn lugar de allГ, mi profesor de arqueologГa estaba cavando cuando…»
В«No es como el cafГЁ italiano, Вїcierto? Tiene limГіnВ», explica Fatih, al ver mi mirada de desconfianza. SonrГe: В«No hay problema, hoy es sГЎbado, puedo ir contigo en la motoВ».
Acepto la ayuda, no sin antes haberme tragado esa especie de limonada caliente con sabor a cafГ©.
Salimos de inmediato, sin casco. La moto, en realidad, es un scooter. No va mГЎs de 30 km por hora, pero incluso ahora, que no estoy manejando, ВЎes como si fuese un aviГіn! El camino es largo y sinuoso. En cada curva, abrazo mГЎs fuerte al pobre conductor, me da un poco de vergГјenza, pero el miedo de caerme es mГЎs fuerte. Este tipo de carretera no parece terminar nunca… de repente, Fatih frena. NotГі que habГa seГ±ales que indicaban trabajos en curso. Dejamos el scooter y seguimos a pie hasta una colina en pendiente. Este es el sitio que el profesor estaba excavando.
Pobre Julian, sepultado en un remoto pГЎramo de montaГ±a, lejos de ese fabuloso mundo sobre el que habГa reinado. En realidad, no fue su elecciГіn. Odio a los habitantes de AntioquГa, desde dГіnde habГa partido para la expediciГіn a Persia, se habГa propuesto acampar en Tarso al regreso, en lugar de volver a ver a los antioqueГ±os. No regresГі vivo de esa guerra. Sus oficiales, como una forma extrema de respeto, decidieron enterrarlo donde habГa decidido quedarse ese invierno: un invierno largo e interminable.
No se puede acceder a la excavaciГіn, la entrada esta protegida con un rudimentario alambre de pГєas. Un hombre, fastidiado agarrando el sombrero de paja que tenГa en la cabeza, se acerca. Parece sospechoso, pero en cuanto menciono a Luigi Barbarino se abre con nosotros y se presenta como el asistente del profesor. El sol golpea sin descanso. Hace un gesto para seguirlo hasta una especie de almacГ©n. Veo fragmentos de jarrones antiguos, huesos de animales, incluso, ollas sucias y ropa apilada. En ese almacГ©n, cubierto con placas de aluminio y lleno de polvo, ese extraГ±o tipo no solo trabaja ahГ, creo que incluso duerme y come ahГ.
Quisiera la informaciГіn sobre el increГble descubrimiento del ApГіstata. Con el semblante triste, le pido a Fatih que traduzca primero noticias del profesor.
La expresiГіn de mi “intГ©rprete” se torna preocupada y, luego, lГєgubre. Por otro lado, no habГa tenido tiempo de contarle sobre la salida del “queridГsimo”. В«Dice que encontrГі muerto al profesor el sГЎbado pasado, al pie de… ВїCГіmo se dice el gran descenso?В»
El asistente asegura que el viernes pasado, antes de irse, vio al eminente arqueГіlogo realizando reconocimientos en el sector que estaba excavando y, a la maГ±ana siguiente, lo encontrГі un poco mГЎs arriba, tirado en el suelo. HabГa tenido un ataque cardГaco y, luego, rodГі por el escarpe. El turco no parece, particularmente, disgustado. QuizГЎs trabajar con el profesor le ha dejado el mismo efecto que a mГ: fastidio. El asistente, de baja estatura, pero ГЎgil, nos lleva al lugar del desastre. EstГЎ ansioso por mostrarnos la ubicaciГіn exacta del descubrimiento.
В«Eso de ahГ arriba, ВїquГ© es? ВїUna tumba?В» pregunto.
В«SГ, estaba tomando fotos allГ. Era muy importante. HabГa encontrado una piedra con una inscripciГіn cuando sucediГіВ» traduce Fatih.
Subo jadeando la colina arriba, seguido de los dos. Derrumbado, en el suelo, veo los restos de lo que podrГa ser un edificio funerario. No veo el epГgrafe que deberГa haberse colocado en la entrada. Solo aquella piedra inscrita, que encontrГі el profesor la semana pasada (de la que me habГa contado por mail), puede confirmar que Julian estГЎ enterrado aquГ.
«¿Qué pasa con el material que se ha encontrado aqu�» pregunto con una indiferencia fingida.
В«Se queda en el almacГ©n, en el que estГЎbamos antes, por un corto tiempo. Luego, espera que venga un funcionario del gobierno y se lo lleva todoВ» me informa Fatih.
Tengo que acelerar los pasos. В«Tengo que ir al baГ±oВ» digo tocГЎndome el estГіmago.
В«Solo hay uno en el almacГ©nВ».
В«Recuerdo el camino, se pueden quedar aquГ, graciasВ».
Voy al cobertizo de prisa y comienzo a buscar desesperadamente entre un montГіn de cajas. Trato de mover algunas, pero son pesadas. En cada una hay algo escrito en un marcador azul descolorido. Debe ser la fecha y el sector de excavaciГіn del que provienen los hallazgos.
ВїCuГЎndo me escribiГі el profesor sobre el descubrimiento de la tumba? Miro la caja del 9 de julio, solo hay fragmentos de yeso y cerГЎmica comГєn. Es obvio, el descubrimiento deber haber sido un dГa antes de que me enviarГЎ ese mail el 9 en la maГ±ana. Luego, esa misma noche muriГі.
Abro la caja del 8 de julio y, no sГ© si lo puedo creer, ВЎencontrГ© el epГgrafe!
Un fragmento de mГЎrmol, de un poco menos de un metro de largo, grabado en griego. Tengo prisa, pero lucho por descifrar las letras mal conservadas. Tomo muy rГЎpido algunas fotos con la inseparable Nikon.
DespuГ©s, con una hoja de papel de seda sobre la mesa y un lГЎpiz, pruebo un yeso improvisado. Es una tГ©cnica rudimentaria pero efectiva, que aprendГ durante mi especializaciГіn en Alemania. FrotГі el lГЎpiz en la hoja que estaba sobre el epГgrafe, las ranuras de las letras ahuecadas dejan un vacГo: la hoja estГЎ totalmente gris, menos los espacios en blanco que delimitan con precisiГіn la forma de las letras grabadas.
He perdido mucho tiempo, corro de regreso a la trГЎgica pendiente: В«Lo siento, no sГ© si fueron las curvas del viaje o la historia sobre la violenta muerte del profesor, pero me sentГ mal. Ahora, ya estoy mejor. De todos modos ВїaquГ estГЎ el profesor?В»
Los dos me miran confundidos.
«Es decir, ¿puedo recoger el cuerpo del profesor? Me pidieron que lo llevara a Italia y…»
В«No. EstГЎ en la morgue municipal... SГ© dГіnde estГЎ. Si quieres, te llevo de inmediatoВ» se ofrece Fatih de manera cortГ©s.
Agradecemos al asistente, quien se aleja observГЎndonos fijamente durante mucho tiempo.
Regresamos al scooter.
В« GГјlek BoДџaziВ» grita Fatih poco despuГ©s de haber salido.
En el ruido de la moto y el miedo no entiendo nada.
В« GГјlek BoДџaziВ» insiste, mientras seГ±ala un desfiladero natural en las montaГ±as.
Miro hacia abajo y entiendo, son las Puertas Cilicias, el Гєnico punto de paso desde la antigГєedad entre la Anatolia Interior a la costa. Por aquГ es por dГіnde pasГі Alejandro Magno, un lГder que fue modelo para mucho, incluso para Julian.
В« GГјlek BoДџaziВ» repito, mientras que el precipicio me hace estrujar mГЎs al conductor.
El descenso, como suele suceder, es peor que el ascenso. La moto parece no tener frenos y, en cada curva, mГЎs que admirar la vista, pienso en la posibilidad de acabar abajo. Luego, al final, la moto gira y seguimos adelante.
Cuando llegamos al hospital de Tarso, mi rostro estГЎ muy pГЎlido, tanto que corro el riesgo de que me confundan por un paciente. Fatih le pide informaciГіn a una enfermera que pasa. Sigo a mi compaГ±ero de aventuras, arrastro los pies por largos pasillos subterrГЎneos hasta una frГa habitaciГіn.
El anatomopatГіlogo se tuerce la nariza aguileГ±a, de manera imperceptible, cuando le muestro el pase de la embajada. De todos modos, me hace firmar una serie de papeles: quizГЎs estГЎ ansioso por deshacerse del cuerpo. Se levanta, me entrega dos copias del informe mГ©dico y me da la mano, luego el brazo y la mano una vez mГЎs. Es una forma extraГ±a de saludar.
В«Tienes que entregar estos documentos en la aduana para llevar el cadГЎver a ItaliaВ», traduce Fatih. В«El ataГєd estГЎ en el auto y allГ regresarГЎs a AnkaraВ», agrega.
Le agradezco por la traducciГіn y la ayuda; y lo abrazo. Me he acostumbrado a viajar en moto. Intento poner 100 euros en su bolsillo. El ingeniero se siente ofendido por el gesto.
«No, es un places. Saluda a Chiara o mejor no. No molesto, pero si ella… este es mi número».
«En realidad, no sé cómo agradecerte por todo. Saludos a… tu madre».
Afuera, hay una ambulancia estacionada. Me imagino que es la que tiene el cuerpo. Empiezo a subir, cuando dos matones, de mal aspecto, se me acercan. Intento escapar. Los dos me siguen y, mascullando frases incomprensibles, me empujan frente a una camioneta blanca, destartalada. Ese es el medio de transporte designado. Veo el ataГєd en la parte trasera que estГЎ descubierta. Los dos tipos me cargan y hacen subir atrГЎs, junto al ataГєd. Ellos se sientan adelante.
El terrible viaje de ida de anoche fue un paseo comparado con esto. Estaba lleno de fumadores y tuve que viajar con la cabeza fuera, pero aquГ estoy al aire libre, ВЎsolo y con un muerto al lado! El ataГєd, atado con sogas improvisadas, parece sacudirse con cualquier bache. Me escondo en el lado opuesto. No me atrevo a acercarme. Tengo el terror absurdo de encontrarme cara a cara con el cadГЎver. DespuГ©s de que dejГ© mi trabajo en la universidad a regaГ±adientes, no he querido volver a ver al profesor vivo y ВЎmuchos menos muerto!
Pienso en lo que pasГі el dГa anterior y en el que me espera. La sola idea de volver a la aduana me da escalofrГos. Por otro lado, tengo la tarea que me encomendГі el decano de la Facultad de Letras: traer el cuerpo de regreso a Italia. Repito esta frase para recargarme durante el largo viaje, mientras el viento me golpea con fuerza.
Domingo 18 de julio
Son alrededor de las tres de la maГ±ana cuando la furgoneta se detiene. Me temo que quieren dejarme aquГ, en medio de la nada.
Los dos bajan y se dirigen a mГ en un lenguaje oscuro.
El mГЎs pequeГ±o, o mejor dicho, el menos grande repite la misma frase haciendo gestos exagerados con las manos. Supongo que tengo que bajarme. Los sigo hasta la choza destartalada, es una especie de zona de descanso, que va de lo familiar a lo sГіrdido. De inmediato, corro al baГ±o. Esto es lo que se entiendo por un baГ±o turco: una letrina sucia y maloliente.
Entonces entro a lo que deberГa ser el bar, si se le podrГa llamar asГ. Una mujer regordeta prepara un trago extraГ±o, mientras esos dos compaГ±eros de viaje estГЎn sentados en una mesa fumando y bebiendo una cerveza enorme. Aprovecho para desayunar y trato de fingir que no he visto que el conductor estГЎ bebiendo en la madrugada. Bebo, lentamente, otro cafГ© hirviendo, acompaГ±ado de un pan plano relleno de un extraГ±o salami. El color y el sabor no es el mejor, pero tengo mucho hambre porque no he cenado gracias a la repentina salida de Tarso.
Pasa al menos media hora antes de que los dos terminen de tomar otra cerveza y decidan volver a la furgoneta. El menos borracho me ofrece una manta vieja. El aire estaba caliente cuando salimos; ahora estГЎ helado, tГpico de las primeras horas del dГa. Hasta ahora, abandonado en la parte de atrГЎs de la camioneta, era como un neumГЎtico de repuesto: asГ me habГa sentido.
Al amanecer llegamos a Ankara. TodavГa estoy aturdido por el aire y la carretera, cuando los dos turcos comenzaron a sacar el ataГєd de la furgoneta para entregГЎrselo a un grupo de agentes de aduanas. El teniente Karim me ordena que lo deje allГ y que vuelva al dГa siguiente a recogerlo con los documentos de la embajada. ВЎDetesto a ese tipo! Les doy las gracias a los dos transportistas con una generosa propina – que no rechazan –, mientras me despido del Barbarino, que colocan en una especia de garaje en el sГіtano de las aduanas.
Estoy abrumado por el cansancio. Frente al aeropuerto, se ven varios hoteles brillar a la luz del dГa que comienza. Elijo el Гєnico que tiene el cartel de cuatro estrellas: Hotel Esenboga Airport. SerГЎ caro, pero no importa. El decano de Siena habГa prometido reembolsar todos los gastos si llevaba de vuelta a casa al distinguido colega.
DespuГ©s de pasar dos noches viajando, tan pronto me “desmayo” en la enorme cama de la habitaciГіn. Me despierta el sonido del telГ©fono, que habГa olvidado encendido. ВЎSon las seis! ВїQuiГ©n puede llamar a esta hora?
В«Hola, soy Chiara Rigoni. En las aduanas me dijeron que habГas regresado con el cuerpo. Debo explicarte una serie de cosas que tienes que hacerВ».
Por la luz que entra por las cortinas, me doy cuenta de que son las seis, pero de la tarde. Intento recuperarme. «¿Por qué no hablamos de eso más tarde? ¿Tal vez comiendo juntos?»
В«EstГЎ bienВ» responde Chiara, tras una breve vacilaciГіn.
В«Hay un restaurante en el centro. Nos vemos allГ a las 9:30. La direcciГіn es Izmir Caddesi 3/17В».
«¿Puedes repetir?» pregunto un poco aturdido aún.
В«I-Z-M-I-R-C-A-D-D-E-S-I 3/17В» lo deletrea.
В«SГ, lo he escrito. ВїA quГ© hora nos vemos?В»
«21:30 – 22:00, para la cena» enfatiza.
En TurquГa, deben tener sus propios horarios; sin embargo, despuГ©s del desayuno a las tres y para esperar la cena, como un paquete de manГ y un juto de rutas que estГЎn en el minibar. Con las fuerzas recuperadas, saco de mi bolso el mode de la inscripciГіn hecha en el Monte Tauro, lo desdoblo con cuidado y empiezo a traducir del griego la huella.
Julian, habiento dejado el Tigris por la impetuosa corriente, yacГa aquГ. Era un buen emperador y un guerrero valiente.
“YacГa”, “yacГa”. Ese verbo en pasado y no en el presente habitual, solo implica una cosa. ВЎEn el momento de la inscripciГіn, el cuerpo o lo que quedaba de Г©l ya no estaba allГ! Por eso, el epГgrafe se colocГі en un cenotafio, en un monumento erigido para conmemorar el entierro de un hombre ilustre, pero cuyos restos se encuentran, ahora, en otro lugar. Pero, ВїdГіnde?
Para ya no pensar en esto, decido ir a ver la famosa columna levantada en la ciudad al ApГіstata. Me visto rГЎpido, salgo del hotel y llamo al primer taxi que veo.
« Can you drive me to the place of Julian’s column?»
В«Ah, eh…» responde el joven taxista con una mirada de asombro. Sin embargo, la plaza es famosa por la columna de Julian; la Гєnica de la Г©poca romana que aГєn se conserva. Hago un gesto casi obsceno para imitar la columna, pero de alguna manera el chico logra compreder de forma correcta la mГmica y comienza a manejar a toda velocidad.
В« Ulus, ulusВ» repite incomprensiblemente el descontrolado taxista. Me deja en una plaza anГіnima, rodeada de edificios modernos. En el centro, hay una columna, de 10 a 15 metros de altura. En ella, se ven representados episodios de la vida de Julian. Camino admirando las distintas escenas, hasta que me sorprende el bajorrelieve del cortejo fГєnebre del difunto emperador Constancio. DetrГЎs del cadГЎver tendido en un carro, hay dos personajes coronados que abren la procesiГіn. Hasta donde recuerdo, los estudiosos los han identificado como Julian y al otro, un poco mГЎs grande, como el dios Helios. Ahora, a la luz del descubrimiento del epГgrafe y la tumba vacГa, planteo la hipГіtesis de una interpretaciГіn alternativa. ВїY si toda la escena no representa el cortejo fГєnebre de Constancio, sino la ceremonia de traslado del cuerpo del ApГіstata? ВЎQuizГЎs en las columna que se describen los episodios mГЎs destacados de su vida, tambiГ©n querГan recordar su Гєltimo viaje! En tal caso, Julian no serГa el que estГЎ parado, sino el cuerpo tendido; mientras que los personajes coronados que lo siguen podrГan ser el nuevo gobernante Valentiniano y, la figura mГЎs pequeГ±a, su hermano Valente. QuizГЎs el profesor tambiГ©n lo habГa adivinado. En realidad, creo que puedo afirmar algo que los autores antiguos no han transmitido. Cuando llegaron a Tarso, Valentiniano y Valente no solo rindieron homenaje a la tumba de su ilustre antecesor, se lo llevaron. Probablemente, pensaron que este no podГa ser el lugar adecuado para albergar los restos mortales de un emperador. QuizГЎs temГan que terminarГan de la misma manera: enterrados en un rincГіn olvidado de la TurquГa mГЎs montaГ±osa. Luego hicieron erigir el cenotafio cerca del rГo Cidno con la inscripciГіn que encontrГі el profesor y, al mismo tiempo, ordenaron transportar el cuerpo de Julian a un lugar mГЎs adecuado. Pero, ВїdГіnde? No puedo sacarme esa pregunta de la cabeza. Ni siquiera mientras camino por el centro. Llego al punto de encuentro a las 20.30, con mucha antelaciГіn. Don Castillo: el nombre del restaurante elegido no me hace pensar en una taberna tГpica. Me siento en el escalГіn exterior del local. Veo pasar mujeres cubiertas, en su mayorГa, por una burka larga y negra.
Chiara, con sus tacones altos, llega después de una hora y cuarto. «¿Llevas mucho tiempo esperando?»
В«NoВ» respondo, levantГЎndome y estirando mis rГgidas piernas. В«BienvenidaВ».
В«VamosВ». Me toma del brazo.
El lugar es oscuro, no veo muy bien lo que estoy comiendo. QuizГЎs sea mejor asГ. Los nombres de los platos son difГciles y ella, con la excusa de la sorpresa y de hacerme probar la comida turca, evita decirme toda la informaciГіn hasta que terminГ© la porciГіn entera. PidiГі carne en todas las salsas y de todo tipo. Espero que solo sera ternera y no algГєn animal extraГ±o.
Tengo una tarea que hacer, aunque de mala gana. В«Ese amigo tuyo fue amable. Me ayudГі muchoВ».
В«SГ, Г©l siempre es amable, con todosВ» responde ella con frialdad.
В«Hablando de Fatih, le gustarГa saber de ti, pero no quiere molestarВ».
Le entrego el papel. В«Me dio su nГєmero de telГ©fono y dijo… en fin, que estarГa feliz si tú…»
В«GraciasВ», interrumpe, В«pero no, quГ©date con el nГєmero. ВЎPuede que te sea mГЎs Гєtil a ti!В»
No insisto. Evidentemente he tocado un tema delicado. В«Entonces, ВїquГ© me tenГas que explicar para maГ±ana?В»
Chiara enumera los distintos pasos en detalle. Primero, la embajada a las 8: tengo que conseguir un documento y hacer que me coloquen una visa en los documentos del hospital en Tarso, para poder recoger el cuerpo. Luego, hago una parada por la infame aduana para recuperar mi pasaporte. Y, finalmente, tomo un vuelo especial a las 11. Ella no estarГЎ allГ, pero no deberГa tener ningГєn problema. Le agradezco sinceramente.
В«Ha sido un placerВ» dice con una sonrisa que me parece traviesa.
Lunes 19 de julio
La embajada, desde fuera, es como imaginas una embajada, grande, blanca, con ese aspecto de casa victoriana de algunas villas de campo en el sur de Estados Unidos. Espero a un amo con un sГ©quito de esclavos. Me da la bienvenida un gerente con una secretaria y poco tiempo para mГ. Le entrego los documentos de la morgue. La secretaria los hojea distraГdamente, los sella, coloca uno de sus pases y resuelve el papeleo con la misma rapidez. Incluso en la aduana las cosas fluyen mejor que en la ida. Finalmente recupero mi pasaporte. En el futuro, harГ© una copia de los documentos antes de salir (uno nunca sabe).
Me acompaГ±an o, mejor dicho, me escoltan hasta que subo al “aviГіn especial”. En realidad, es pequeГ±o y tosco, para transportar mercancГas. Me parece que las posibilidades de que despegue no son altas. Subo las escaleras hasta una gran entrada en la parte trasera (y no en la lateral), a travГ©s de la enorme bodega, cargada con un poco de todo. DetrГЎs de la cortina hay unos diez pasajeros y, mГЎs adelante, estГЎ la cabina. Los asientos no estГЎn numerado. Me siento en el Гєnico espacio libre, junto a un seГ±or que me mira de pies a cabeza y, luego, vuelve a leer su periГіdico. Esperamos mucho tiempo antes de que autoricen la salida. OlvidГ© el mp3 en mi maleta. Para no pensar en el despegue, saco el informe de ese extraГ±o anatomopatГіlogo. Son pГЎginas y pГЎginas escritas a mano, en turco. Al final de la segunda copia hay un resumen en inglГ©s. Se declara, en tГ©rminos legales, que el Barbarino muriГі a raГz de la caГda. Da informe de las mГєltiples fracturas y una falta en la nuca, pero no de un ataque cardiaco.
Me quedo asombrado. El asistente del profesor habГa hablado sobre una enfermedad como causa de muerte. AquГ parece que la muerte se debe a un golpe en la cabeza, quizГЎs durante la caГda. Vuelvo a guardar el informe. La policГa se encargarГЎ de investigarlo.
Mientras tanto, es increГble, pero el aviГіn ya ha alcanzado la altura del vuelo y me tranquilizo. Esta calma no dura mucho porque no recuerdo haber visto el ataГєd mientras caminaba por la bodega. Perder una maleta es desagradable, pero ВЎperder un cadГЎver! Como no creo que haya azafatas en la carga, aprovecho para levantarme, correr la cortina y regresar a la bodega. Hay un ataГєd y me acerco, por seguridad. El nombre es el correcto, pero algo me llama la atenciГіn. Hay una inscripciГіn en el lado corto. Sobre la madera se han grabado las letras: DDCF. ВЎExtraГ±o! Lo habrГЎ hecho alguien de las aduanas, ya que en el viaje largo en la camioneta no lo habГa notado. De hecho, estoy seguro que no estaba allГ antes. Parece un acrГіnimo, oscuro y familiar. Regreso a mi asiento.
Ese distinguido caballero sigue observГЎndome, de manera sigilosa. Me inquieta un poco lo que he leГdo y el final del Barbarino. Regreso al tiempo que pasГ© en su servicio o, mejor dicho, bajo su “dictadura”. En realidad, no me arrepiento. Humanamente deberГa lamentar su fallecimiento, pero la verdad es que no lo puedo hacer. DespuГ©s de todo lo que habГa escrito y hecho por Г©l, no habГa podido conseguirme un puesto permanente en la universidad. Afirmaba que me lo merecГa, sobre todo por el curriculum de estudio, pero siempre habГa alguien con mГ©ritos extraacadГ©micos que iba antes que yo. Hice bien en alejarme de ese mundo. Al llegar a Fiumicino, voy a la aduana con los documentos turcos. Afortunadamente, en Italia todo es mГЎs simple, solo colocan un par de sellos. Debo haberlo visto en una pelГcula: un traficante de drogas usa ataГєdes de los soldados estadounidenses que murieron en batalla, para introducir drogas de contrabando a Estados Unidos. En mi caso, nadie se darГa cuenta. No abren la caja sellada y el Гєnico perro antidrogas estГЎ echado en una esquina.
Le dio el cerficado del anatomopatГіlogo. В«Dijeron que lo entregara para que lo remitiera a la PolicГa del EstadoВ».
В«No se preocupeВ» responde el funcionario de aduanas, В«nosotros nos ocupamosВ».
Coloca los papeles en una enorme pila a su izquierda, donde los documentos parecen estar abandonados por meses.
No importa si no investigan esa muerte. Antes de salir, hago una última pregunta. «¿Ahora qué debo hacer con el ataúd?»
«¿Usted es pariente?» pregunta diligente el empleado.
«No, digamos… un amigo».
В«Entonces, debe entregГЎrselo a los herederosВ». Es la sentencia final del funcionario.
Salgo aГєn mГЎs confundido. Entre la multitud, veo un cartel con mi apellido. Siempre he deseado que alguien me estuviera esperando en el aeropuerto con un cartel claramente visible.
Me acerco. В«Buenos dГas, soy Francesco SperiВ».
В«Lo estГЎbamos esperandoВ» responde una mujer de unos sesenta aГ±os, con una fingida cortesГa. В«Gracias por todo lo que ha hecho por nosotrosВ».
Ante mi mirada inquisitiva, la seГ±ora hace seГ±as para que se acerce un joven. Se presenta. В«Grazia Barbarino, un placer. Soy la hermana del pobre Luigi Maria y Г©l es mi hijo. Hemos venido a darle un digno entierro a nuestro amadoВ».
В«El tono hogareГ±o y la manera perfecta no me inspiran simpatГa. ВїTuvo un buen viaje?В», pregunta la seГ±ora, no tan interesada en la respuesta.
В«Le ofrezco mi mГЎs sentido pГ©sameВ».
Ninguno de los dos parece realmente apesadumbrado. Yo tampoco. De hecho, estoy feliz de deshacerme del cuerpo.
В«Gracias por todo una vez mГЎsВ» reitera el joven.
En realidad ellos podrГan haber ido a TurquГa. Intento que ese pensamiento no sea visible en mi rostro. В«De nada. Era lo mГnimo que podГa hacer despuГ©s de tantos aГ±os…»
В«SГ, sГ, me imaginoВ» interrumpe la seГ±ora.
В«Le doy una copia del informe anatomopatolГіgico, en caso quiera llevГЎrselo a su abogadoВ» agrego, vocalizando cada palabra.
A pesar de la expresiГіn curiosa del joven, la mujer coge el documento sin siquiera dignarse a mirarlo. TambiГ©n lo dejarГЎ de lado. Con un Гєltimo asentimiento de condolencia, me despido del extraГ±o grupo y me dirijo al tren.
Llego a casa alrededor de las 19:30, despuГ©s de tomas el colectivo desde la estaciГіn de Sinalunga en Bettolle. Estoy feliz de estar de vuelta en la tranquilidad del pueblo en el que vivo desde que obtuve la beca de investigaciГіn en la Universidad de Siena.
Dejo la maleta y, de inmediato, bajo della vecina para recuperar mi gato. Lo habГa dejado con ella por estos dГas. Me abre la puerta un niГ±o de unos 5 o 6 aГ±os.
В«Hola, ВїestГЎ la abuela?В»
El niño contesta: «¿Cómo se dice?»
Me quedo sin palabras.
В«MamГЎ dice que siempre se tiene que decir por favorВ».
В«Tiene razГіn. Entonces, niГ±o hermoso, ВїestГЎ la abuela, por favor?В»
В«Pero, ВїcuГЎl es mi nombre?В»
De hecho, nunca lo he sabido. «¿Cómo te llamas?»
El pequeГ±o torturador sonrГe. «¡No te lo dirГ©!В»
В«DГmelo, vamosВ».
«¿Y qué me das?» pregunta firme.
Y, luego, mis padres se sorprenden de que no quiera tener hijos. «¿Un caramelo?»
В«MamГЎ dice que nunca debo aceptar caramelos de desconocidosВ».
В«Pero yo no soy un desconocido. Vivo aquГ arribaВ».
El niГ±o extiende su mano derecha, le ofrezco un dulce de miel y menta que, afortunadamente, tenГa en el bolsillo.
В«Ahora, Вїme dices cГіmo te llamas?В»
El niГ±o cruza los brazos e inclina la cabeza hacia adelante.
«Gian…luca».
В«Bueno Gianluca, ВїestГЎ la abuela?В»
В«Aunque no hayas dicho por favorВ» seГ±ala. В«Pero, ВїcГіmo se llama mi abuela?В»
SabГa que me iba a hacer esta pregunta, pero no recuerdo su nombre. «¿Federica?В»
В«NoВ».
«¿Elisabetta?» adivino.
В«TibioВ» sonrГe, contento por el nuevo juego.
«¿Elisa?»
В«CalienteВ».
«Ahora escúchame bien. Querido Gianluca, ¿tu abuela Elisa está en casa… por favor?»
В«NoВ» y me tira la puerta en la cara.
Mientras me quedo confundido delante de la puerta, me acuerdo de una escena de Caro diario de Nanni Moretti. Г‰l esta de vacaciones en la isla de Salina cuando llama a unos amigos; un niГ±o, antes de pasarle la llamada a sus padres, lo obliga a imitar a varios animales. Por suerte Elisa habГa escuchado todo. В«Francesco, bienvenido, ВїcГіmo le fue?В»
«Fuera de unos retrasos burocráticos…»
SonrГe. В«Pallino se ha portado bien. AquГ estГЎ. MГralo, te ha escuchadoВ».
Un gato blanco regordete se asoma detrГЎs de las piernas de la vecina y me saluda con u gemido, casi de reproche.
В«Gracias una vez mГЎs, no habrГa sabido dГіnde dejarloВ».
Regreso a casa con el gato en brazos. DespuГ©s de una agradable cena, ambos nos vamos a dormir cansados. Estos dГas tambiГ©n habrГЎn sido una aventura para Г©l, en una casa que no es la suya.
Martes 20 de julio
В«Bienvenido al trabajo, Вїfueron buenas las vacaciones?В» pregunta el director en cuanto entro a la sucursal de Montepulciano Stazione.
Ah sГ, no lo habГa dicho todavГa. DespuГ©s de dejar mi puesto como profesor en la universidad, terminГ© trabajando como agente bancario en ventanilla. No era lo mejor, ВЎera un puesto fijo!
No le dije a nadie el motivo de mi viaje o, mejor dicho, los dos motivos: la bГєsqueda del profesor y del emperador.
«Todo bien… un poco cansado».
Es mГЎs difГcil desenredar las preguntas de Vito Darino, el colega de la caja que estГЎ al lado de la mГa. Como dicen por aquà “es un pez extraГ±o”, por lo general apacible y manso, pero cuando se enfada un poco, se pone todo rojo, luego morado y, finalmente, se desinfla de repente. EstГЎ molesto con todo el mundo, convencido de que nadie entiende nada y, por eso, los ascendieron, mientras Г©l se queda de por vida en el mismo puesto. Se define como “ single”, pero el tГ©rmino correcto es “solterГіn”. Creo que hace dГ©cadas no tiene pareja, siempre habla de mujeres, pero bГЎsicamente es un misГіgino.
«¿Te has divertido? ¿Has conocido alguna hermosa turquita?» Eso es lo primero que pregunta.
В«No, he descansadoВ». Nada mГЎs falso.
В«TambiГ©n he visitado lugares turГsticosВ».
«¿Dónde fuiste exactamente?» insiste.
Intento no ser tan preciso. «Bueno… a un sitio arquelógico. Sabes que es mi pasión».
В«Claro, discГєlpeme profesorВ» dice Vito con ironГa.
В«DespuГ©s de todoВ», intento continuar, В«he trabajado en eso durante diez aГ±os, hasta que empecГ© a trabajar aquГВ».
Vito aumenta la dosis fantaseando con improbables aventuras erГіticas. В«Entonces, Вїnada de mujeres?В»
«¿Qué te puedo decir? Me van a empezar a gustar los hombres».
DescubrГ que esta siempre es la forma mГЎs brillante para terminar la conversaciГіn.
Luego, pegado frente a la computadora, prendà el “piloto automático” de la rutina de caja. Algunas operaciones son largas y aburridas, otras son ligeras como los clientes. En cuanto terminan, olvido el número de cuenta y incluso la cara de la persona que tengo delante.
Esa misma tarde, antes de salir del banco, llega un correo electrГіnico del decano de la Facultad de Letras.
Estimdos y estimadas colegas,
Les informo que el funeral de nuestro ilustre profesor Luigi Maria Barbarino, fallecido prematuramente por un trГЎfico destino, se llevarГЎ a cabo el jueves 22 a las 16:30 en la AbadГa de Poppi…
Jueves 22 de julio
El campo de Arezzo no es como el de Siena. Alrededor de la ciudad del Palio, los pueblos, ahora, se ven tan bellos que parecen de fantasГa. Luego, se ven los cerros, innumerables, pequeГ±os y caracterizados por una casita en la cima. Solo una estГЎ rodeada de ГЎrboles. Sin embargo, en la zona de Arezzo todo es plano; los cultivos, menos variados. Las casas no estГЎn aisladas y dispersas, sino prГіximas entre sГ y se ven infinitos espacios vacГos. Los caminos tambiГ©n son diferentes; por allГ suben y bajan. Tiene muchas curvas y baches, el descenso es inclinado. AquГ hay un camino largo y recto que parece no conducir a ningГєn lugar.
Llego a Poppi a las 3 de la tarde. Aprovecho para ver los maravillosos murales en el castillo de los condes Guidi. AsГ descubro que Dante, de joven, habГa participado como caballero en la famosa batalla en la llanura debajo del castillo. Siempre imaginaba al gran poeta encerrado en su habitaciГіn, para fantasear con mundos mГsticos. No me lo imagino con una armadura, apuГ±alando y masacrando enemigos.
Bajo a pie de la fortaleza a la abadГa de San Fedele. Mientras admiro la fachada de piedras curadas, llegan dos profesores con una fila de discГpulos. El profesor Alessandri se acerca y me da el pГ©same. Me sorprende un poco. No soy un familiar, pero probablemente, para ellos, soy muy cercano a Barbarino porque fui su asistente por muchos aГ±os. Llegan otros tres investigadores: cuando hacen lo mismo, les respondo como cuando estГЎs en el funeral de una tГa anciana a la que no veГas desde hace aГ±os y, ademГЎs, no era muy amable. В«Gracias, gracias, lamentablemente… asГ es la vidaВ».
Finalmente llegan los familiares. Les doy mis condolencias y entro a la iglesia. Tras las brillantes reflexiones mezcladas con banalidades del cura loval, se le da la palabra al decano, que se levanta del grupo de bancos que estГЎ a la derecha, el grupo de profesores que mueren de calor en sus chaquetas y trajes. Mientras el profesor se balancea entre las filas, el pensamiento unГЎnime es solo uno: que acabe rГЎpido. El, con un gran gesto dramГЎtico, coloca su birrete (el sombrero negro cuadrado, donado por el rector para homenajear al profesor fallecido) sobre el fГ©retro. Luego, al llegar al podio, saca tres hojas de su bolsillo inferior, las abre y, despuГ©s, las cierra de manera descarada. Todo esto lo hace con una media sonrisa como diciendo: yo habГa preparado un discurso, pero soy magnГЎnimo y voy a improvisar. Un amplio suspiro de alivio comenta el gesto.
В«Estimados colegas, estamos aquГ en representaciГіn de toda la facultad y expresar nuestro mГЎs sentido pГ©same a la familiaВ».
[Traducido del lenguaje acadГ©mico significa: A los miembros de la familia ni siquiera les importa y mucho menos a los profesores, por eso somos tan pocos].
«A todos nos tomó por sorpresa la repentina y prematura muerte del estimado colega…»
[= Nos regocijamos de inmediado cuando el viejo barón finalmente murió…]
В«Su partida ha dejado un vaciГі en el personal acadГ©mico que serГЎ muy difГcil de llenarВ».
[= De hecho no lo reemplazarГ©, usarГ© el dinero de esa silla para promover a mi amante].
В«Toda la facultad estГЎ comprometida, en la medida de lo posible, a continuar las excavaciones en TurquГa en su nombreВ».
[= Si aГєn obtengo fondos del gobierno, enviarГ© a uno de mis subordinados. De lo contrario, todo se abandonarГЎ de inmediato].
В«Creo que serГa un merecido homenaje organizar conferencias anuales en su memoria…»
[= Con los sobrantes de los fondos de “Proyectos de Relevante InterГ©s Nacional” asignados a su nombre organizarГ© mediodГa de estudio este aГ±o y nunca mГЎs].
В«Finalmente, permГtanme expresar mi mГЎs profundo agradecimiento a Franceso Speri, quien trajo a nuestro querido difunto aquГВ».
[= Afortunadamente encontrГ© a ese tonto, de lo contrario hubiese tenido que ir yo hasta allГЎ con este calor].
«Espero que, como era el deseo del profesor, el querido Francesco encuentre por fin un lugar adecuado en la universidad…»
[= Si Barbarino no pensó en arreglarlo mientras estaba vivo, no seré yo quien le dará un puesto…]
«…y asà reconocer los años de colaboración continua y fructifera con el querido Luigi».
[= ВЎHa sido su esclavo por aГ±os! ВЎAhora que estГЎ muerto, arrГ©glatelas!]
В«Gracias a todos los que han venidoВ».
[= Lamentablemente, yo tenГa que estar aquГ, pero envidio a los que se fueron al mar].
Con estas conmovedoras palabras nos despedimos, emocionados, del querido Luigi Maria Barbarino.
A la salida nos despedimos rápido y corremos rápido hacia los carros. Mis “ex-compañeros” están ansiosos por volver a su investigación académica, que se realiza entre el puerto de Talamone y Capalbio, Bagni G.
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